Don José Carlos Arias Quevedo, natural de Ciudad Real, Castilla la Mancha, es un Ingeniero de Letras, Licenciado por la Universidad Politécnica de Madrid en su primera carrera de Ingeniería técnica. Actualmente, Socio de UniCo (Unión de Correctores), ejerce como profesional dedicado a la corrección de textos desde hace trece años y analiza minuciosamente cada escrito que llega a sus manos para ser revisado.

Mi experiencia personal en el campo de la autoedición ha supuesto la evolución en la elaboración de un esquema de proceso elemental para saber cuando una obra está cerrada finalmente. La entrega del libro, su puesta en mercado, no puede ser jamás el paso inmediato a su escritura, revisión individual y montaje. Don José Carlos Arias Quevedo, o José Carlos, como él mismo me autoriza en el trato personal, es el nexo entre lo que el autor considera la obra finalizada y revisada y esa lectura profesional y externa que te ofrece un feedback. Un trabajo intensivo y concentrado ante el cual la reacción por parte del autor nunca debería ser el cuestionamiento, el enfado ni la decepción, sino por contra, la acogida, el agradecimiento y una mentalidad recepticia y positiva ante el hecho de la garantía que supone que tu obra llegará a manos del lector como algo más que una buena intención, cuatro frases recurrentes y una portada comercial.

Todas las fases que integran el acabado de la obra son parte de ella y la Obra a la vez. Un libro es un trabajo de equipo.

Los llaneros solitarios están abocados al fracaso. Veremos en palabras de nuestro entrevistado que el efecto memoria valida la idea de que nadie puede corregirse a sí mismo/a.

El efecto aspersor.

Es la forma personal que tengo de llamar al error de precipitar la publicación de una obra sin pasarla por examen de un corrector de textos profesional. De hecho, el libro que tengo en ciernes, lo pondré en manos de nuestro entrevistado con una fe incondicional. Las redes sociales y estructuras en general que trabajan como un factor de expansión rápida de cualquier producto son un arma de doble filo, un motor sin alma en definitiva que igual pone en órbita un producto trabajado, o en el otro lado, auténtica basura. La decisión sobre el tema de calidad de nuestro escrito depende de nosotros. Cuando ya está en manos del lector, en la peor versión, como autores estamos acabados antes de empezar, o la remontada va a ser costosa. En cambio y obviamente, un libro bien acabado tendrá una acogida más o menos extensa, pero cualquier entendido le podrá dar el visto bueno. Ese es el lado positivo, el inicio de una carrera que promete.

Vivimos una época revolucionaria en muchos temas.

La tecnología ha jugado un papel crucial en el proceso de democratización del acceso de cualquier persona a la edición de un libro. Desde que apareció con Amazon la posibilidad de autoeditar tu obra sin precisar los servicios de una editorial tradicional, cualquier persona con una historia que contar ha visto desaparecer los clásicos filtros de la censura para dar a conocer al público su escrito de forma directa y abierta. Por añadidura, es óbice señalar el enorme valor de la posibilidad del hecho autodidacta que posibilitan los infinitos recursos que ofrece internet y las instituciones formativas existentes en campos como el marketing online, las técnicas de venta, la neurociencia, las redes sociales y las estrategias de posicionamiento de un producto en internet a nivel de SEO, tanto trabajando desde los mecanismos de la web, como de las propias redes sociales.

Hoy en día, el autor ya no tiene por qué supeditarse a los dictados de una editorial que decidirá su suerte en términos de “editamos tu obra”, “No le editamos su obra porque es políticamente incorrecta” como me sucedió seis veces hace tiempo, o “editamos su obra, pero debe revisar ciertos aspectos que chocan con la línea ideológica de esta casa”.

Conozco las tres y la mejor de todas es una cuarta: La nueva realidad del mundo editorial. Y es que el rol de autoría hoy en día se mueve en torno al rol de escritor/a-emprendedor/a. Es el único modo de llevar la obra donde desees. Ello conlleva riesgos en algunos terrenos, especialmente en el ámbito de la calidad. Y no me refiero exclusivamente a la calidad intrínseca de la historia que se cuenta, o de cómo se presenta al público en los aspectos anímicos y estéticos que siempre son explícitos (Un tema con engagement, capacidad vinculatoria, una portada espectacular y un nombre relevante a nivel social)  sino en el trabajo invisible, pero que de no cuidarse puede limitar las posibilidades de éxito de la obra y afectar al crédito de su autoría.

La corrección de textos se convierte, por la proliferación de escritos que ha activado la autoedición como opción de fácil acceso, en una asociación imprescindible en el proceso de acabado y revisión de tu obra. En esa tarea es vocacional y ofrece una vital perspectiva José Carlos Arias Quevedo, nuestro entrevistado de hoy, fundador de correccionesquevedo.com.

Como autor/a puedes ahorrar muchos costes y negociar personalmente con algunos colaboradores como maquetación, diseño de portada, corriendo personalmente con el resto a nivel de promoción de la misma, mediante post en las mejores redes sociales, negociar con las librerías personalmente, generando un beneficio sostenible para ambas partes y promocionar desde tu web/blog y creación propia de vídeos promocionales. Y ahorras un dineral. Tanto por el lado en que tu mano de obra supone que no vas a tener que desembolsar, como en el que vas a ingresar. Nadie mejor que el propio autor/a defenderá su obra ante su público receptor. Si es con un buen acabado, las garantías de fiabilidad, credibilidad y seguridad se incrementan enormemente.

Sin embargo, el crédito de la mejor intención puede verse vilipendiado si las ideas no se exponen de forma bien organizada y existen faltas ortográficas graves o muy graves.

Al final, la calidad es un concepto profundo y esencial, ya que una obra es todos los elementos que la componen. Es una cuestión de respeto al lector garantizar un formato mínimo. Veremos al hilo de la disertación de nuestro entrevistado, un Corrector de Textos, como es don José Carlos Arias Quevedo, se convierte en un asesor fundamental. Así es que le conocí a instancias de mi Socio de Management Javier Quirce, fundador del grupo de Whatsapp Literatura y autor de la Serie Steinberg. Incluso más allá de la propia ortografía, la gramática y el campo léxico semántico, existe un trabajo competencial de captación de la intención, el ritmo, la empatía con el lector en la exposición de las ideas. Cada estilo sugiere un perfil psicológico que acaba convirtiéndose en un rasgo identificativo. Los profesionales de la Corrección de Textos te ayudan a convertir esos rasgos en claves distintivas de identidad como autor, convierten debilidades en fortalezas y te ayudan a llegar donde deseas.

¡Vamos con don José Carlos Arias Quevedo, que tiene mucho que contar!

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VAT-¿En qué especialidad de ingeniería te graduaste?

CQ- En electricidad.

VAT-¿Te dedicas exclusivamente a esta encomiable tarea o alternas con otra profesión?

CQ- Hasta hace dos años alternaba un trabajo por cuenta ajena con la corrección de textos, pero desde entonces solo me dedico a esto último, para gran satisfacción personal. Tuve la suerte de poder elegir y aquí estoy.

VAT-¿Cómo y en qué momento surge tu pasión por las letras?

CQ- Mis recuerdos me llevan hasta los 6 o 7 años en que obtengo mi primer carnet de biblioteca; desde ese momento y hasta ahora no he dejado de leer casi a diario. El ver a mi padre siempre con un libro entre las manos, en su tiempo libre, seguro que ha sido de gran ayuda para fomentar ese amor a la literatura.

VAT-¿Cuál es tu género literario predilecto? ¿Tres propuestas de obras?

CQ- Me gusta leer cosas que, además de enseñarte, te distraigan y entretengan. La lectura debe ser una válvula de escape a la rutina y los problemas diarios.

Principalmente leo novelas y ensayos, y procuro alternar libros «intensos» con otros más sencillos, para que la mente se relaje.

VAT-¿Autoedición: una forma de decir aquí estoy, un sistema de moda para dejar impronta de identidad, o una rebelión frente a los conceptos editoriales clásicos?

CQ- Un poco de cada. Las cosas no surgen porque sí, las circunstancias van provocando hechos que mirando hacia el pasado parecían imposibles. En la literatura y en todo en general.

Hasta hace poco era inimaginable que alguien pudiera editar un libro por su cuenta; hoy puede hacerse de manera muy sencilla y económica. Incluso por el capricho de regalarles a tus amigos un texto tuyo que no tendrá más recorrido que su disfrute personal y la inmensa satisfacción del tiempo dedicado a la obra.

Alumbrar un libro es una de las cosas más motivadoras (y estresantes) que puedas hacer. Si puedes cumplir ese sueño, pues adelante…

VAT- Literatura. ¿Ensucia la palabra negocio la intención inicial de producir una obra? En el sentido de corromperla a priori. Me ha ocurrido en ocasiones tirar atrás un escrito que iba hacia novela porque era consciente de que la enfocaba a la aspiración de generar ventas. Puede no ser malo, aunque internamente sentía que estaba condicionando su autenticidad.

CQ- Según como cada uno se tome el proyecto de publicar una obra, esta puede enfocarse con sentido mercantilista o con sentido «me divierto y lo disfruto».

No es descartable que puedan convivir ambos enfoques: disfruto escribiendo, lo hago como me agrada y además tengo éxito porque mi obra gusta.

Hay tantas motivaciones como personas que escriben.

VAT-¿Significa la posibilidad ampliamente accesible de auto-editar vía expedita para el todo vale?

CQ- No veo problema en que todo valga. Ahora bien, la obra será comprada o no en función del interés que suscite. No se le pueden poner puertas al campo.

Sí deben cumplirse ciertas bases lógicas como son el no hacer obras insultantes ni vejatorias hacia ningún colectivo; siendo respetuosos no veo problema en publicar lo que sea, bueno o malo: el tiempo dirá.

Todos sabemos de grandísimas obras literarias que no han encontrado en sus orígenes un editor que las publicara.

VAT- ¿Cuál es el mayor hándicap de la autoedición?

CQ- La calidad, como debería ser en todo.

Y en esto ya entro en mi área de conocimiento: la corrección de textos.

La autoedición no tiene por qué ser un saco de obras malas y, fruto de ello, bajar la guardia y no darle importancia a cosas fundamentales. Las obras hay que publicarlas como si fueran a venderse a millares, cuidando cada detalle desde la portada hasta la contraportada, sin excepción.

Ofrezcamos a nuestros «jueces lectores» algo que les impacte por lo bien trabajado que esté.

Utilicemos todos los medios al alcance para dar a conocer nuestra obra.

VAT- ¿Cómo es posible que editoriales de primera línea con todo un plantel de correctores, diseñadores y equipos de marketing enfocados exclusivamente a la misión de la excelencia de un hipotético bestseller, puedan poner el libro en el estante de los mejores puntos de venta nacionales e internacionales con errores abundantes y algunos graves?

CQ- Eso mismo me he preguntado muchas veces. Y es de aplicación no solo a editoriales, sino también a televisiones, periódicos, agencias de publicidad, etc.

No es comprensible, nunca he llegado a entenderlo. Para mí es una falta de atención a tus clientes.

Parece un juego lamentable que en determinados chats de redes sociales se dediquen a publicar erratas de los medios de comunicación como si fueran una broma, cuando se trata de algo muy serio:

No es admisible emitir un telediario con erratas y faltas de ortografía en sus rótulos.

No lo es tampoco sumar día tras día incorrecciones (graves algunas) en periódicos.

Y qué decir de libros publicados por las grandes editoriales…

VAT-¿Hasta qué punto puede arruinarse una excelente obra por un mal acabado?

CQ- Pues es posible que así sea, pero eso mismo ocurre en todos los ámbitos de la vida.

Yo he dejado de leer algunos libros —con una pinta sensacional y unas expectativas muy halagüeñas— cuando la lectura ha sido imposible por estar plagados de faltas de todo tipo…

No creo que lo mío sea un caso aislado: habiendo tanto bueno por leer, ¿para qué perder el tiempo en obras mediocres?

VAT- ¿Son el ajuste de estilo y la corrección ortográfica dos servicios aplicados de oficio, o pueden solicitarnos únicamente uno de ellos?

CQ- Teóricamente —no se me ha dado el caso— son dos servicios independientes, pero resulta poco lógico que estando comprobando errores ortográficos encuentres incongruencias de muchos tipos y no las comuniques porque «eso no toca».

El libro es un solo bloque en su conjunto; debe embellecerse al máximo nivel posible todo lo que vaya a leerse: no puede haber correcciones de mejor o peor nivel; un texto o se corrige bien o se corrige mal.

VAT- Debe saber el público que desde que nos conocemos, José Carlos me ha ayudado con algunas erratas y expresiones fruto de la velocidad e intensidad con que a veces escribo. Es lo que ocurre cuando lo haces todo tú solo y escribir solo es una de mis múltiples funciones. Lo más curioso es que sin conocernos en persona, este caballero ha sabido ver mis momentos emocionales desde la interpretación de ciertos párrafos.

¿Requiere la corrección ortográfica y el asesoramiento de estilo una cierta competencia interpretativa, actoral, conocimientos de Psicología? ¿Cuáles son los puntales en un escrito que le permiten a José Carlos establecer un perfil?

CQ- Me encanta esta pregunta…

Lo primero que hago cuando me encargan un trabajo es hablar con el autor para que me cuente su obra. Le hago un buen número de preguntas cuyo objetivo es conocer en profundidad el trabajo que tengo por delante, las particularidades de sus personajes y la relación que mantiene el escritor con ellos. Muchas veces es más estrecha de lo que parece.

Es una especie de trabajo de forense de libros.

¿Psicología? No, ¡mundología! Los años son experiencia, el leer mucho también lo es, el ser observador —porque nuestro trabajo así lo requiere— te hace ver matices que a muchas personas se les pueden pasar por alto.

VAT- ¿Qué pautas se pueden seguir para atenuar/controlar el ritmo emocional de un texto?

CQ- El ritmo emocional lo fija el autor y muchas veces lo hace desde la perspectiva de sus vivencias, porque no olvidemos que las obras son bastante autobiográficas.

A los personajes se les asigna un nivel de acción fruto del parecido que tengan con personas que conocemos. Mentalmente les ponemos cara, les marcamos los diálogos, los sentenciamos a nacer o morir en tal capítulo… y de lo buen escritor que seamos dependerá el ritmo emocional de la obra y su desenlace.

No hay fórmulas mágicas.

VAT- -¿Conocen realmente sus momentos los autores, o confunden inspiración con episodios emocionales con el fin de sublimar la furia, la saturación o la melancolía?

CQ- Es sencillo saber distinguir cuándo tenemos inspiración y cuándo llenamos páginas con frases fruto de la inercia del libro, pero no del alma de la obra.

Los instintos que mencionas están presentes en casi todos los textos, a veces de forma clara y otras, velada. Y pueden ser fruto del buen conocimiento del lenguaje escrito y sus posibilidades o simplemente de las vivencias personales que afloran.

VAT- A día de hoy vemos a personas que se auto-atribuyen el rango de escritor y cometen faltas de juzgado de guardia como verbos «haber» sin «h» y algunas «v» por «b». Independientemente de que la función del corrector ortográfico y asesor de estilo cubre esos defectos: ¿Es ser escritor/a algo más que escribir una buena historia? ¿O con tener una buena trama el resto ha dejado de importar?

CQ- Hay escritores con una pésima ortografía, pero que transmiten muy bien, que irradian sentimientos envolventes; por el contrario, también están los que escriben de manera exquisita y te dejan indiferente con sus narraciones.

Es deseable, lógicamente, que el que se dedica a escribir conozca al menos las normas básicas y utilice el diccionario con soltura si tiene dudas —que todos tenemos, sin excepción—.

Lo que es una osadía es atreverse a publicar algo sin que haya pasado por las manos de un corrector de textos. Tu trabajo de meses o incluso años puede estar abocado a un tremendo fracaso por errores como los que mencionas u otros muchos (que los hay para elegir).

VAT- ¿Cuál es a día de hoy la errata más reiterada por tu experiencia?

CQ- Cada autor tiene su sello personal de erratas y es fácil identificarlas en cuanto llevas leídas diez páginas.

Son muy frecuentes: la ubicación inadecuada de las comas, la acentuación o no de determinadas palabras, la falta de concordancia verbal, la puntuación inadecuada de los diálogos, etc. También es habitual seguir poniendo mal algunas palabras cuya nueva forma de escribirse modificó la RAE en 2010; no llevan tilde: solo, guion, este, esta, estos, estas, ese, esa, esos, esas, aquel, aquella, aquellos, aquellas, truhan…; se escribe en minúscula: don, señor, su santidad, su señoría…

VAT- Creemos tener el thriller del siglo. Por ahí surge el amplio afluente de historias que se van publicando y auto-publicando hoy en día. Si tuvieses que atribuir un canon de éxito a una obra, ¿Cuál es la base actual que marca la diferencia?

CQ-Una obra literaria, como cualquier otro producto, entra por los ojos, y en ese sentido son claves la imagen de portada, el formato, el título y el subtítulo (si lo tuviera).

Sobra explicar la importancia de cada uno de ellos porque seguro que todos hemos elegido algún libro fijándonos en eso.

Aparte de estos aspectos «tangibles» hay otros como el marketing —que no hay que despreciar—: presencia en los medios en general, recomendaciones de algunos lectores «ilustres», etc.

VAT- ¿Qué tiempo estándar puede llevar arreglar una obra? Por ejemplo, de unas doscientas páginas…

CQ- Te puedes encontrar trabajos que requieren poco más que un lectura a conciencia y otros que, por el contrario, acumulan 50, 60 o incluso más correcciones por página.

En ambos casos, el corrector tiene que leer e interpretar cada letra, palabra, espacio, símbolo…, tanto los existentes como los que no están y deberían figurar en el documento.

Un trabajo concienzudo del volumen indicado podría llevar, orientativamente, hasta cinco días de dedicación.

VAT- -¿Puede imponerse el ritmo al lector, o este tiene unas prioridades que no se pueden manejar a la torera?

CQ-El buen autor tratará de marcar un ritmo llevadero, con sus pausas, sus prisas, sus paradas, sus giros, sus cambios y todo su saber hacer.

El lector, en función del tiempo disponible y el interés que le suscite la obra, seguirá la pauta del escritor o no.

No hay mejor señal de éxito que el libro que te engancha.

VAT- ¿Cuáles son los principales factores de desistimiento del lector ante una obra?

CQ- En mi caso, las faltas de ortografía y/o una trama pobre o incongruente.

VAT- ¿La mejor experiencia?

CQ- Se repite con el cierre de cada trabajo: presentar al autor tus conclusiones, tu obra, el reporte de las mejoras implementadas al texto.

VAT-¿Sin tener que citar obras, lógicamente, cuál ha sido tu peor experiencia como corrector ortográfico y asesor de estilo?

CQ- Es una mala experiencia el hecho de recibir un encargo con prisas. La corrección de textos requiere de alta concentración y de una meticulosidad exquisita, ambas cosas incompatibles con el reloj.

VAT- ¿Es el ego de autoría una fuerza o por el contrario, una traba, a la hora de gestionar la relación entre vosotros? Porque al menos un servidor tiene claro que es un trabajo de equipo en el que todos somos importantes en la misma proporción.

CQ- Si cada parte asume su cometido, como así suele ocurrir, no hay ningún problema entre autor y corrector. El celo del escritor es más que justificado, pues está poniendo en manos de un extraño su «niña bonita». Pero en cuanto se arranca el trabajo y se comprueba el gran interés de colaboración del corrector todo suele ir maravillosamente.

VAT- ¿Puede un autor sin ayuda cerrar todo el proceso de la obra, o es una situación excepcional?

CQ- Claro que puede, pero si a la pregunta le añades el adverbio «bien» te diré que no. El autor debe escribir, inventar, tratar de enganchar con una historia bella, coherente, compacta… y el resto de personajes del proceso deben hacer también de manera adecuada sus trabajos: editor, diseñador gráfico, corrector, maquetador, etc.

VAT- ¿Podrías explicarnos el proceso detallado del efecto memoria que impide que por más veces que revisemos nuestro escrito no veamos una falla o la veamos si dejamos pasar un tiempo de enfriamiento?

CQ- Sí, por supuesto.

Al escribir, muchas veces nos equivocamos de maneras distintas, desde faltas de ortografía garrafales hasta pequeñas erratas. Pero al releer el texto lo que nuestros ojos ven es lo que quisimos poner y no lo que realmente figura en la pantalla del ordenador.

Como garantía de calidad, nadie debe corregir sus propios textos, ni siquiera un profesional que se dedique a ello. Tienen que ser unos segundos ojos los que, ajenos a ese efecto memoria, sean capaces de abstraerse y leer lo que se le pone delante.

No sé si os ha pasado alguna vez que el corrector de Word os haya marcado una palabra de vuestro texto con un subrayado y, por más empeño que pongáis, hayáis sido incapaces de ver dónde está la errata. Eso ocurre porque vosotros sabéis lo que habéis querido poner y es lo que, por instinto, estáis leyendo.

VAT- ¿Ha supuesto la auto-edición una masificación del sector, el incremento de oportunidades para tu área de trabajo o ambas a la vez?

CQ- A mayor número de obras publicadas mayor demanda de los trabajos de corrección.

VAT- ¿Cómo lleva para su orgullo que una obra cimentada sobre una historia poderosa, pero que sin tus arreglos no habría llegado a la vuelta de la esquina, tenga éxito? ¿Genera algún sentimiento de rechazo o te sientes orgulloso porque has representado la mediación entre el algo y el éxito?

CQ- No creo que ninguna obra literaria haya llegado al éxito por el trabajo del corrector, ni dejado de tenerlo por una corrección mejorable.

Somos una pieza del engranaje y se nos debe atribuir solo el mérito justo que tenemos.

Ahora bien, un libro puede llegar a tener el rechazo de los lectores si su lectura no es fluida, si las comas mal colocadas inducen a leer con pausas innecesarias o con asfixia.

VAT- ¿Hay unos cánones cerrados en el orden de trabajo del corrector ortográfico y asesor de estilo, o existe cierta flexibilidad según la percepción que sobre la literatura y las normas abandere el profesional?

CQ- El papel lo aguanta todo, y las particularidades de los autores y correctores son infinitas, de ahí que cada trabajo sea un mundo aparte sobre lo realizado hasta ese momento.

Las normas que debemos aplicar son las de la correcta escritura. Salvando eso, se puede escribir o corregir con la libertad que se quiera.

VAT-¿Cuántas obras has trabajado desde tus inicios?

Incontables. Cada día corrijo, incluso como ejercicio, dos o tres artículos de prensa, de redes sociales, etc.

VAT- Una persona tan preparada como José Carlos. ¿Alterna escritos propios con los servicios profesionales, o te dedicas en exclusiva al arreglo, me atrevería a decir, con permiso, reparación de textos?

CQ- Solo reparo textos. Mi faceta de escritor es tan pobre que no merece ni mención.

VAT- ¿Lleva aparejada la profesión del periodismo la condición implícita de calidad ortográfica y estructural a nivel gramatical?

CQ- Debería llevarla, y de hecho los buenos periodistas demuestran que así es. Pero también están los que parecen desconocer incluso las normas más básicas.

VAT-¿Qué rasgos definen a un escritor profesional:

-Escribir buenas historias.

-Los ingresos.

-Ser un/a todoterreno y conocer el funcionamiento integral del negocio editorial.

-Conocer los resortes que mueven a una sociedad y trabajar a fondo ese centro de interés.

-El arte de delegar?

CQ- Imagino que el buen escritor debe contar algo que interese, y hacerlo muy bien. Como en cualquier profesión, creo que debe estar enamorado de su trabajo, disfrutar de las horas de creación.

No creo que sea necesario tratar temas de actualidad o de interés general; puedes perfectamente inventar historias en ambientaciones incluso imposibles, en épocas inexistentes. La imaginación debe ser el centro de cualquier libro.

VAT- Creen no pocos autores que ellos marcan el ritmo al lector y que eso es en sí suficiente para justificar singularidades/excentricidades a nivel de estilo, estableciendo una suerte de hegemonía ventajista sobre el propio lector. Como si este/a fuera un ente pasivo que tolera cualquier virguería o frivolidad sin más. ¿O al final es el lector quien marca la pauta y premia o castiga?¿Una cuestión de licencias que el lector concede a unos pocos, o incluso a estos les puede abroncar al menos una vez?¿Hay algún caso conocido de autores que en un abuso de confianza hayan recibido una reprimenda sonada del público?

CQ- Es difícil responder, porque cada lector elige lo que quiere leer y siempre puede aparcar un libro que no le llena, tanto si el autor ha marcado un ritmo adecuado o no. El gusto es subjetivo.

VAT- ¿Qué define que una obra sea un éxito: su acogida por parte del público o, independientemente de ello, su calidad intrínseca? La percepción del éxito puede variar. ¿O deberíamos diferenciar éxito de calidad?

CQ- Éxito y calidad son dos cosas muy distintas, aunque no es infrecuente que vayan de la mano. Hay libros en mi opinión muy mediocres que han llegado a convertirse en éxitos de ventas. A otros, por el contrario, les ha ocurrido a la inversa

VAT- ¿Cuál es tu mejor momento del día o de la semana para abordar el estudio y arreglo de un escrito?

CQ- La primera hora de la mañana, con la mente fresca y descansada, en muy productiva. También las primeras horas de la noche, si la casa está tranquila.

VAT- ¿Sigues alguna rutina deportiva, zen, nutricional, actividad catártica para lograr los elevados niveles de concentración que se requieren para cubrir a nivel de examen de una obra todos sus extremos?

CQ- Practico senderismo, me chifla andar por la montaña, mirar al horizonte, respirar naturaleza. Es una recarga personal de baterías.

VAT- Ya dentro de la obra, una novela, por ejemplo ¿Qué secuencia de trabajo sigues para encarar tu mejora?

CQ- El trabajo es muy metódico, muy de hormiguita. Hay que ir avanzando sin ninguna prisa. No olvidemos que las erratas son muy hábiles escondiéndose… porque haberlas, haylas y nuestra misión es localizarlas.

Trabajo siempre con al menos tres ayudas a la vez: el diccionario de la RAE, otro de sinónimos y un buscador de Internet.

La duda es parte inseparable de nuestra actividad, ya que la mente juega a veces malas pasadas. Hay que consultar cosas que normalmente daríamos por conocidas.

Se suele leer un par de veces cada escena de la obra para comprobar la coherencia de lo escrito y buscar posibles mejoras cuando algo chirría.

Poco más misterio tiene, aparte de anotar las consultas y sugerencias que se deben trasladar al autor.

VAT- ¿Hay un trabajo paralelo de mantenimiento de fondo en los períodos en que decides tomarte un descanso del tipo continuar haciendo lectura sobre varios géneros, o desconectas y tras ese descanso, haces una súper-compensación antes de entrarle a una nueva propuesta?

CQ- Como te dije, hago ejercicio diario con artículos de prensa, blogs, redes sociales, etc., de tal manera que persigo a la errata, que es una superviviente que se esconde en el sitio más insospechado.

VAT- ¿Qué les dirías a las personas que se plantean escribir un libro con expectativas de triunfar, cuando aún tienen como mucho la idea matriz o simplemente la intención? Un poco a tenor del tema emocional que tratamos de inicio. Parece que hoy quien busca el éxito lo mismo le da tirar hacia la compra de cripto-monedas como por intentar escribir un bestseller.

CQ- Escribir es un arte, un don que no todos tienen. Podemos albergar en nuestra cabeza ideas magníficas y revolucionarias… pero plasmarlas en un papel de manera bonita e inteligible, transmitir sentimientos, eso ya es otra cosa.

Hay que tener un boceto muy claro de la obra a acometer, esquemas concisos de todas las partes, personajes y hechos. Eso implica un tiempo enorme.

El arranque de la obra tiene que ser tal que en tres páginas nos haya enganchado, y eso cuesta muchísimo.

Animo a escribir, por supuesto, aunque sean diez líneas con las vivencias del día (por ejemplo). Es un ejercicio magnífico para la mente.

¿Por qué no escribir si es lo que te pide el cuerpo? Tiempo habrá de mejorarlo… o no. Puede acabar en el olvido.

VAT- Una vez remita la pandemia y se normalice la economía. ¿Crees que habrá una incidencia en el orden de una reducción en el número de publicaciones? ¿Está escribiendo la gente para salvarse? ¿Es algo así como la fiebre del oro? ¿O sencillamente muchas obras y borradores que yacían dentro de un cajón han perdido el miedo y se han lanzado?

CQ- No creo que nadie se plantee de entrada vivir de la escritura. Lleva mucho tiempo —y pocas veces se consigue— llegar a un nivel de excelencia que te permita dedicarte en exclusiva a este bonito trabajo.

Tras la pandemia, la gente seguirá escribiendo igual que ahora, porque cuando algo se hace con amor —como es el caso— es muy difícil desengancharse. Al publicar se logra cumplir sueños, se liberan endorfinas, se consigue una euforia única. Es un alumbramiento.

VAT- ¿Qué mensaje de ánimo transmitiría a las personas que lo pasan mal con las consecuencias de las restricciones ocasionadas por la actual pandemia?¿Cómo puede ayudar la lectura a reestructurar la fuerza moral y alejar a la persona que está sufriendo en extremo de malos pensamientos?

CQ- Leer es beneficioso siempre, no solo en circunstancias extremas. El poder evadirte, viajar, disfrutar de aventuras, adquirir conocimientos, etc., con abrir un libro, es ya algo inigualable. Lo difícil a veces es lograr encontrar el que nos enganche, pero una vez conseguido la felicidad (o casi) estará a nuestro alcance.

VAT- ¿Algún proyecto entre manos?

CQ- Siempre tengo proyectos, aunque a veces no son de corrección. Soy una persona que desconoce la conjugación del verbo aburrir.

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Valoración de la entrevista.

Agradezco encarecidamente a don José Carlos Arias Quevedo tres cosas:

1-El SI a esta entrevista que trasciende.

2-El detalle y la honestidad depositados en cada palabra que anima al llanero solitario.

Una mano amiga a quien cree y quiere hacer todo en la autoedición de su libro. Aprenderá a valorar la esencia de la empatía con el lector desde el respeto a partir de una redacción limpia, una exposición de ideas ordenada, así como una ortografía y una gramática correctas. La participación de un Corrector de Textos siempre es rentable, porque el testarazo que asegura la mala impresión por una mala ortografía condiciona el presente y el futuro del/la autor/a.

3-La paciencia que ha tenido entre que la realizamos y su publicación efectiva.

La creación de un libro es un proceso que debe disfrutarse.

Desde que se concibe su idea, cada paso dedicado a su producción, la experiencia de equipo, su presentación y si cabe, sus resultados económicos sin que estos sean los que juzguen ideas que a lo rápido pueden inducir a error como la calidad en relación a su ámbito de alcance en ventas.

La idea principal es:

no caigamos en el tópico de ver nuestro libro como una obra con la que vamos a ganar dinero, ni le carguemos emociones que desequilibren su esencia.

Si tienes un libro en mente, estás en plena fase de producción, o ya lo has terminado y te hierve la sangre por lanzarlo al mercado, concédete un tiempo de pausa. Nuestro entrevistado, un auténtico Caballero y un Profesional como la copa de un pino, te orientará en el momento que te encuentres. ¡Confía en su evaluación! Sin duda y con plena confianza, don José Carlos Arias Quevedo es ese socio de calidad que cuidará tu obra y te prestará un asesoramiento amable y muy humano, que hoy en día es decir mucho.

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Don José Carlos Arias Quevedo en internet:

Visita su página profesional y revisa tu libro en las mejores condiciones:

www.correcionesquevedo.com

También puedes localizarle en la Red Profesional Linkedin con su nombre y dos apellidos: José Carlos Arias Quevedo.

Si deseas ponerte en contacto para trabajar con tu obra, su dirección de e-mail es la siguiente:

correccionesquevedo@gmail.com

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Vídeo-presentación y mini-documental de convocatoria de esta entrevista:

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Don José Carlos Arias Quevedo, corrector de textos profesional vocacional nos dedica un saludo en momentos de su trabajo:

 

Entrevista a Don José Caros Arias Quevedo

Entrevista a Don José Caros Arias Quevedo

 

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